
El ritmo es parte fundamental de la vida. Todo se mueve según ciclos y ritmos, aunque a veces sea imperceptible a nuestros ojos.
El día y la noche, las fases lunares o las estaciones son ejemplos de ciclos de la naturaleza.
El ser humano tiene igualmente sus propios ciclos y ritmos, pero en el niño, que está más cerca de su naturaleza, influyen especialmente en su salud física y emocional.
Cómo desarrollar el ritmo en la vida de nuestros hijos
La pedagogía Waldorf se fundamenta en los ritmos y los ciclos del ser humano.
Según esta filosofía, la vida del ser humano se divide en ciclos de 7 años, que es el tiempo que tarda el cuerpo en renovar todas sus células.
En sus escuelas, los días transcurren rítmicamente, alternando momentos de concentración y expansión y se presta especial atención a los ciclos de la naturaleza y del tiempo.
El ritmo es tan importante en nuestras vidas porque nos permite recuperar el equilibrio perdido y no agotarnos nunca.
Hay varias formas de dar una conformación cíclica y rítmica al tiempo de nuestros hijos:
Respetar sus ritmos biológicos
Los ritmos biológicos son las oscilaciones fisiológicas que ocurren en nuestro cuerpo durante un periodo de tiempo.
Estas oscilaciones, por ejemplo vigilia/sueño, dependen de un “reloj interno” (nuestro sistema nervioso y endocrino), pero también se sincronizan con el ambiente (horas de luz, estaciones o, incluso, fases lunares).
Por eso, ante cualquier variación en el ambiente o en la rutina, nuestro ritmo biológico puede alterarse.
Para evitar que tu hijo/a presente insomnio, falta de apetito o cambios de humor, es importante mantener unos ritmos diarios constantes, como levantarse y acostarse a la misma hora, garantizar las horas adecuadas de sueño o mantener el horario de las comidas principales.
Para respetar su ritmo de vigilia y sueño es necesario sincronizarle con los momentos de luz y oscuridad, por eso es importante ir bajando la actividad a partir de que el sol se pone.
Dar una estructura cíclica a su tiempo
Un ciclo es un periodo de tiempo en el que ocurre un proceso que, cuando termina, vuelve a comenzar de la misma forma. Un día sería un ciclo de 24 horas y una fase lunar, un ciclo de 28 días.
Ciclo diario:
El ciclo diario dura 24 horas y está marcado por el ritmo de vigilia / sueño, que se sincroniza con las horas de luz.
Cuando el curso del día no transcurre de forma caótica sino en un orden determinado, le aporta a los niños, seguridad y equilibrio.
Se trata de que, a lo largo del día, se repitan el mismo tipo de actividades en el mismo orden. Los niños pequeños no se aburren frente a la repetición, sino que, al contrario, les alegra encontrarse con lo conocido.
En el caso de síndrome de Down, la seguridad que aporta que sus días tengan una estructura similar y predecible, posiblemente haga que se aferren menos a unas rutinas inflexibles o a la necesidad de hacer las cosas siempre de la misma manera
Ciclo semanal:
El ciclo semanal dura 7 días. Para ser conscientes de este ciclo, se puede establecer una actividad específica para cada día de la semana, por ejemplo, un menú semanal donde cada lunes, cada martes, etc… se ofrece el mismo almuerzo o la misma merienda.
Ciclo anual:
El ciclo anual dura un año. Al ser un periodo de tiempo tan largo, los niños lo comprenden mejor cuando está marcado por las estaciones en lugar de por los meses. Podemos decorar la casa con algún adorno que nos recuerde la estación del año o revisar la ropa con ellos y adecuarla a la nueva estación.
Hacerles conscientes de los ciclos de la naturaleza
Las hojas caen en invierno pero renacen en primavera, después de una tormenta sale el sol, igual que hay épocas de frío y de calor, en la vida, hay momentos de tristeza y de alegría.
La naturaleza nos enseña que nada permanece igual, nos enseña a confiar, a tener paciencia y a esperar al momento adecuado.
Hacerles conscientes de que la naturaleza tiene sus ciclos, les ayuda a confiar en la vida.
Dar una estructura rítmica a sus actividades
Un ritmo es una oscilación entre actividad y descanso.
Las dos funciones rítmicas por excelencia del cuerpo son: los latidos del corazón y la respiración. Estas actividades nunca se detienen y sin embargo no producen cansancio, porque alternan concentración y expansión.
En términos de respiración, podemos equiparar la concentración con la inhalación y la expansión con la exhalación.
Mientras la vida se mueva por ritmos de vigilia-sueño, actividad-descanso, concentración-relajación, estaremos previniendo el agotamiento físico y mental |
Mientras los niños están en casa los primeros años, suele ocurrir que su energía nunca se agota. El secreto del juego infantil es que transcurre de manera rítmica, alternando espontáneamente momentos de gran actividad con otros de calma.
Pero cuando comienzan la etapa escolar, al final del día están agotados, y al final del curso ya casi no pueden más. Además, en niños con síndrome de Down, es habitual que por las tardes les llevemos a actividades o a terapias, que también exigen procesos de concentración
Si las actividades de concentración ocupan la mayor parte de su día, y no las alternamos con un tiempo de expansión y recuperación, será como contener la respiración durante demasiado tiempo, y producirá desequilibrios en su salud física y emocional, como hiperactividad, llantos o enfados.
La forma de recuperar el equilibrio es a través del ritmo, ya que unifica opuestos y permite centrarnos y volver a nuestro eje |
Cuando están estresados, cansados o de mal humor es necesario ofrecerles un tiempo de recuperación y volver a darle una conformación rítmica a su vida, alternando actividad y descanso, movimiento y quietud, sonido y silencio, etc…
- Actividades de concentración: estar quietos y atendiendo, actividades de psicomotricidad fina, juegos de pensamiento lógico, puzles, actividades de discriminación visual o de memoria, hacer manualidades, hacer deberes o cualquier actividad que requiera estar quieto y concentrado.
- Actividades de expansión: juego libre, actividades artísticas, bailar, cantar, escuchar un cuento, actividades de balanceo en el parque, correr, saltar, actividades sensoriales como cosquillas suaves o masajes, darse un baño, etc.
Al contrario que las actividades de concentración, el tener varias actividades de expansión o exhalación juntas no supone ningún problema.
Si diseñamos un ritmo diario donde se combinen estas actividades, nuestros hijos estarán más tranquilos, más motivados para aprender, y sus días fluirán mejor.
Otra opción para evitar el agotamiento cuando deben realizar muchas tareas de concentración o aprendizaje, es introducir el ritmo en ellas, por ejemplo, empleando herramientas artísticas como el dibujo, el movimiento corporal o la música. Además, todas las disciplinas artísticas estimulan partes de cerebro que refuerzan lo aprendido.
Respetar los ritmos de nuestros hijos, es el secreto para conservar su energía, lo que influirá en su estado de salud y en su capacidad de aprendizaje.
Fuentes:
«El primer septenio». Ed. Rudolf Steiner
http://www.psicologíaymente.com: ritmos biológicos: definición, tipos y funcionamiento
http://www.youtube.com/watch?v=0Vz7ncJSmMo: Fundamentos para ejercitar los ritmos. Pedagogía de emergencia:
http://www.tamarachubarovsky.com: El ritmo y los ritos en la crianza
Desde otra mirada es lo mejor que me ha pasado, los temas que tratan y los cosejos me enseñan mucho de lo que yo ignoro como mamá con una niña con DS
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Te lo agradezco muchísimo. Mi intención es compartir aquello que a mí me ha resultado interesante y enriquecedor. Gracias por tus palabras 🧡🧡🧡
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