
Uno de los puntos fuerte en los niños con síndrome de Down, a la hora de establecer relaciones sociales, es su capacidad de acercarse a los demás, ya que son espontáneos, afectivos y empáticos.
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona entendiendo de verdad su punto de vista, por eso se considera una de las habilidades más importantes a la hora de establecer relaciones sociales.
Todos los niños cuentan con 2 habilidades naturales que son las bases de la empatía:
Captar las emociones ajenas:
Los niños cuentan con una gran capacidad para captar las emociones ajenas, principalmente de las personas con las que mantienen una relación afectiva.
La imitación:
Tal como explica Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional”, a partir de los 3 años los niños empiezan a imitar los gestos externos del sufrimiento ajeno para provocar en sí las mismas sensaciones. Esto quiere decir que pueden sentir la misma emoción que otra persona tan solo con observar su expresión externa.
Cuantos más lazos emocionales tenga con la otra persona o más similares sean, mayor respuesta le provocará.
A partir de este momento, ya pueden diferencian el dolor propio y el dolor ajeno, lo que les capacita para consolar al otro.
Cómo desarrollar la empatía
Aunque todos los niños cuentan con estas 2 habilidades naturales, hay que tener en cuenta que la empatía es una capacidad que se desarrolla con el tiempo.
Por ejemplo, durante su etapa preescolar, los niños tienen una concepción del mundo egocéntrica, todas las cosas ocurren en relación a ellos y no son capaces de entender que otras personas tengan necesidades distintas.
Sin embargo, podemos ayudarles a que vayan desarrollando la empatía de diferentes formas:
Ayúdale a reconocer sus emociones
El primer paso es ayudarles a identificar sus emociones cuando aparecen, nombrándolas para que puedan saber qué les está pasando.
Para poder comprender las emociones de otro, primero han tenido que sentir que sus propias emociones eran captadas, aceptadas, respetadas y que podían obtener algún tipo de respuesta |
El segundo paso es ser empático con ellos. Debemos hacerles saber que nos está llegando su mensaje, además al tratar de comprenderles y ponernos en su lugar, ya estamos actuando como un modelo de empatía.
Es probable que para nosotros sea algo sin importancia, sin embargo, si realmente actuamos con empatía, podremos ponernos en su lugar y respetar su emoción. Por ejemplo: “entiendo que estás disgustado porque se ha manchado tu camiseta preferida”.
Después podremos aportar o no alguna solución, pero lo importante ahora es que se sienta apoyado/a y comprendido/a.
Ayúdale a reconocer las emociones de los demás
Habla de tus sentimientos
Explícale cómo te sientes con palabras sencillas, por ejemplo: “estoy cansada porque hoy he trabajado mucho”
Habla de tus opiniones
Podemos hablar de nuestros pensamientos y gustos, sobre todo cuando son diferentes a los suyos: por ejemplo “a mí este cuadro me parece bonito” o “a mí no me gustan los bichos”.
Dile cómo te hace sentir
Es importante que comprendan que sus acciones generan un sentimiento en los demás. Por ejemplo: “cuánto me gustan tus abrazos”
Ayúdale a comprender el comportamiento de los demás
Ante algunos comportamientos de otras personas podemos tratar de buscar una explicación entre los dos.
Por ejemplo: “mira, ese niño está llorando, puede que se haya hecho daño” o “mira, como sonríe, ¿tú crees que está contento?”
Jugad a cambiar de papel
Más adelante, cuando son un poco mayores, podemos hacer un juego muy divertido que es el de intercambiar los papeles, siendo nosotras el hijo/a y él/ella la madre/padre para que aprendan a ver las cosas desde una perspectiva menos egocéntrica.
La inteligencia social es la capacidad de relacionarnos con los demás desde la honestidad, desde el saber quiénes somos y por tanto de poder comprender a los otros y qué es lo que necesitan.
Daniel Goleman