Educación activa

Errores: ¿fallos o fuente de aprendizaje?

¿Cómo te has sentido cuando has intentado hacer algo por primera vez y te han dicho que estaba mal? ¿Quisiste volver a intentarlo o se te quitaron las ganas?

Algo muy importante en la educación activa, sobretodo en la primera infancia, es la no penalización del error.

La educación tradicional

La educación tradicional se basa en un sistema de calificaciones, por tanto, se puede decir que se penaliza el error. Si en un examen o en un ejercicio la respuesta no es correcta, resta puntos, pero no se aprende de él.

Además, dependiendo de cómo se viva y de cómo se maneje, puede terminar siendo una fuente de angustia y crear sentimientos de incapacidad en el niño.

En la escuela nos enseñan que los errores son malos y nos castigan por ellos. Sin embargo, si te fijas en la manera en la que los seres humanos están diseñados para aprender, verás que aprendemos cometiendo errores. Aprendemos a caminar tropezando. Si nunca nos hubiéramos caído, jamás habríamos aprendido a andar” 

Robert Kiyosaki

 Todos cometemos errores habitualmente, la diferencia está en verlos como fallos o como fuentes de aprendizaje.

Las pedagogías activas

La diferencia entre la educación tradicional y la educación activa es que se apuesta por lo segundo. El error es una oportunidad para aprender y mejorar.

Una confusión que a veces se comete al pensar en la educación activa, es que los niños aprenden solos. Pero nada más lejos de la realidad, el acompañamiento y la guía son uno de los pilares básicos de esta metodología.

No consiste por tanto en ofrecerles algún material como unos cubos con diferentes tamaños para que descubran como usarlos. De hecho, en niños con síndrome de Down, cuyas actividades suelen ser muy directivas en el colegio pueden quedarse bloqueados y ni siquiera intentarlo.

Aprendizaje por imitación

En pedagogía Waldorf el niño aprende imitando al adulto, pero hay que tener en cuenta que solo podrá repetir aquello que su destreza le permita hacer. El adulto es el modelo de ejecución correcta y el niño se va autocorrigiendo con la práctica.

En este caso la corrección es indirecta, por ejemplo, resulta muy útil en la pronunciación correcta de una palabra, si la dicen mal, la volvemos a decir bien, como parte de la conversación, ya que es importante que, en estas edades, mantengamos intacta su autoestima y sentido de capacidad.

Consecuencias naturales

Desde la pedagogía Montessori,  la corrección no proviene del adulto, sino de la propia acción del niño.

Una forma de aprender es a través de las consecuencias naturales de sus actos, por ejemplo, si lleva un vaso de agua muy lleno y sin poner cuidado, es probable que el agua se derrame.

Materiales con autocorrección

Los materiales Montessori tienen siempre un objetivo de aprendizaje, no son juguetes, pero lo más característico es que tienen control del error.

Esto significa que puede comprobar por sí mismo/a si ha realizado bien la acción, por ejemplo, con algo tan sencillo como ver que no encaja una pieza y repetirlo tantas veces como quiera.  

Gracias a los materiales autocorrectivos, el niño/a aprende a reconocer, corregir y aprender de los errores que cometió sin depender del adulto, lo que aumentará su autoestima y su motivación y se sentirá libre de correr riesgos porque tiene el control de corregirlos y aprender de ellos.

En este caso, el error no tiene ninguna connotación negativa.

Pero recordemos que antes de usar un material o realizar una actividad es necesaria una presentación previa:

Las presentaciones Montessori

Las presentaciones Montessori consisten en mostrar al niño la actividad de principio a fin, hablando lo mínimo posible para que se fijen visualmente, realizando los movimientos tal como los haría el niño según el tamaño de sus manos (si ellos van a utilizar las 2 manos para coger un cubo por su tamaño, nosotros también lo haremos así, aunque podamos hacerlo con una sola mano). Y después se le pregunta si lo quiere intentar.

Esto es algo que podemos hacer en casa ante un juego o un material nuevo. Una simple presentación visual de cómo se hace da mejor resultado que irnos a uno de los 2 extremos, que son: dejarles explorar solos o dirigirles con instrucciones mientras lo hacen.

¿Corrección directa o indirecta?

“Nosotros los adultos tenemos una fuerte tendencia a corregir a los niños, a señalar sus errores. Lo hacemos bajo la creencia de que les estamos ayudando a aprender. Pero cuando hacemos esto, estamos menospreciando al niño, diciéndole que no lo está haciendo bien y que nosotros lo hacemos mejor”

Peter Gray

He comprobado que cuando corrijo a María de forma directa (así no, mételo por aquí…) le quito la motivación para seguir intentándolo, deja de sentirse capaz y entonces me pide que lo haga yo. Es entonces cuando me doy cuenta de que yo me he equivocado.

Debemos ser conscientes de que hay muchas situaciones a lo largo del día, donde podemos dejar que se autocorrijan, por ejemplo, María a veces intenta coger algo sin mirar, y yo no se lo acerco a su mano, sino que espero a que mire para que preste atención.

Mientras la consecuencia de su error no sea peligrosa para ella o para su entorno, es algo que podemos practicar con ellos día a día, eso sí, haciendo un ejercicio de voluntad consciente para no corregir o ayudar innecesariamente.

Aprendizaje sin error en Síndrome de Down

El método de “aprendizaje sin error” se usó originariamente para la neurorrehabilitación y recuperación de la memoria en pacientes con traumatismos, como forma de entrenamiento donde se trata de evitar que la persona que está empezando a aprender algo cometa errores.  

En el caso de niños con síndrome de Down también es un método muy utilizado que consiste en ajustar la tarea a su nivel de desarrollo para que la puedan realizar sin problemas, así se sienten motivados a hacerla y consiguen un sentimiento de capacidad. 

No debe ser malinterpretada como una técnica que evita cualquier posibilidad de error al niño, sino como un método basado en la “zona de desarrollo próximo de Vygotsky”, que es la distancia entre lo que el niño sabe y lo que es capaz de hacer con ayuda, para ir desarrollando poco a poco su conocimiento y sus habilidades.

Nunca se aprende haciendo algo correctamente, pues ya se sabe cómo hacerlo. Únicamente se aprende cometiendo errores y corrigiéndolos

Javier Garfias Campos

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