Crianza consciente

Cómo valorar su esfuerzo y hacer que se sientan valiosos

imagen de niña con sindrome de down con el pulgar hacia arriba

Estamos acostumbrados a premiar a nuestros hijos, aunque sea en forma de halagos, cuando hacen algo que nos gusta. Sin embargo, quizás ésta no sea la forma más adecuada de educarles.

¿Para qué sirven los premios?

Aunque siempre se han utilizado premios y castigos como forma de controlar el comportamiento de otros, fue el psicólogo B.F. Skinner, en la década de 1920, quien investigó cómo funcionan realmente, dando lugar a su teoría del Condicionamiento Operante.

Según esta teoría, es más probable que se repita un comportamiento si va seguido de consecuencias agradables o recompensas y menos probable, si va seguido de consecuencias desagradables o castigos.

Los premios son una forma intencionada de aumentar una conducta, es decir, de influir directamente en su comportamiento

Esta forma de educar a los niños, tan ampliamente utilizada, y que, aparentemente, da resultados a corto plazo, también conlleva otras consecuencias a largo plazo, menos visibles y poco deseables.

Premiar un comportamiento

El principal problema de premiar un comportamiento que queremos que se repita es que les quitamos su propia motivación de hacer algo que consideran bueno, y terminan haciéndolo por obtener una recompensa.

Entonces, su comportamiento cesará cuando la recompensa desaparezca, y no aprenderán a ser personas responsables.

Por ejemplo, hay estudios que demuestran, que cuando alguien espera recibir una recompensa por completar una tarea, no la hace tan bien como quien no espera recibir nada.

Si supeditamos la tarea a una recompensa, será a costa del interés y la excelencia en esa tarea

El refuerzo social

Quienes defienden las recompensas como forma de aumentar una conducta deseable, recomiendan sustituir poco a poco el refuerzo material por refuerzo social: frases de aprobación o puntos para conseguir algo.

Pero el problema sigue siendo el mismo, y es que el niño/a buscará el reconocimiento por parte del adulto en lugar de hacer las cosas por satisfacción propia, llegando a crear una dependencia del halago para asegurarse de la aprobación de los demás.

Esto no significa que nos quedemos callados ante cualquier cosa que hagan, ya que cuando damos nuestra opinión sincera no estamos tratando de influir en su comportamiento.

Si nos enseñan algo que han hecho, podemos decirles que es lo que nos gusta o que estamos muy orgullosos de ellos por haber trabajado tanto o porque han perseverado en su intento, o simplemente alegrarnos por ellos y decir: ¡lo lograste!

Centrarnos en el proceso (esfuerzo, concentración, persistencia) siempre es mejor que centrarnos en el resultado, así, aunque no les haya salido del todo bien, estaremos valorando su trabajo.

Cuando están aprendiendo algo, es útil ir reforzando cada paso que dan, primero para que  sepan si van por el camino adecuado y segundo para que se sientan competentes y tengan ganas de continuar.

¿Gracias o muy bien?

Cuando alguien nos dice: “bien” o “mal”, nos juzga desde la superioridad del que sabe, sin embargo, cuando alguien nos da las gracias por lo que hemos hecho, nos lo dice desde la gratitud y la igualdad, y nos hace sentir valiosos.

Solo somos verdaderamente conscientes de lo que valemos cuando sentimos que somos útiles a alguien

Cuando mi hija me trae su vaso del desayuno, me ayuda a barrer, o me da un beso para consolarme, le doy las gracias y su sonrisa se ilumina, porque sabe que es parte importante del grupo. ¿Te imaginas que ayudas a recoger la mesa en casa de unos amigos y te dicen que lo has hecho muy bien?

Pide su colaboración

Los niños están deseando ayudar si les damos la oportunidad, por eso, cuando necesites que haga algo, es mejor pedir directamente su colaboración para que te ayude, por ejemplo, a recoger los juguetes, en lugar de ordenarles que lo hagan, amenazarles o manipularles con halagos o promesas.


Como ves, hay otras alternativas diferentes a la típica frase «lo has hecho muy bien», que ponen el acento en su esfuerzo, su colaboración o su valía, que son más motivadoras y que les hacen sentirse útiles. Te animo a que pruebes alguna de ellas.

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