
Aprender no es lo mismo que memorizar, porque aprender no es algo que buscamos sino algo que nos ocurre.
La neurobiología ha demostrado que solo podemos aprender si se activan nuestros centros emocionales, pero si éstos no se activan, si la información no despierta alguna emoción en nosotros, entonces no la recordamos.
Por eso los adultos hemos olvidado el 80% de lo que deberíamos haber aprendido. El 20% que recordamos es lo que nos generó una emoción.
El sistema límbico o emocional
Este sistema no es una región específica, sino una red de neuronas distribuidas por todo el cerebro, aunque hay algunas estructuras que juegan un papel fundamental en el aprendizaje, como es el hipocampo.
El hipocampo determina qué merece ser aprendido y guardado en la memoria, en función de las emociones que nos provoca.
Podemos decir entonces que, sin emoción, no hay aprendizaje duradero.
Cómo influyen las emociones positivas y negativas en el aprendizaje
Siempre que exista una emoción, el hipocampo va a fijar ese recuerdo, pero dependiendo del tipo de emoción, la respuesta será muy diferente.
El miedo y el estrés
Ante una situación potencialmente peligrosa, las amígdalas cerebrales (otra estructura del sistema límbico) emiten una señal de alarma que activa al hipocampo.
El hipocampo evalúa la gravedad de la situación en comparación con sus recuerdos.
Si determina que la situación es controlable, estimula a la corteza prefrontal para que atenúe la señal de alarma y así poder dar una respuesta adecuada.
Pero si determina que la situación es peligrosa para nuestra integridad física o moral, hará que aumente el estado de alarma, llegando a bloquear el pensamiento racional.
No podemos esperar que un niño aprenda algo nuevo en una situación de temor o tensión porque su cerebro está bloqueado y no puede pensar con claridad. |
La alegría y la sorpresa
La mejor forma de aprender es estimulando al cerebro con emociones positivas. No hablamos solo de alegría o diversión, sino también de sorpresa, curiosidad, belleza o sensación de logro.
Esto es así porque, a nivel fisiológico, cualquier emoción positiva libera endorfinas, que facilitan la atención y el flujo de ideas nuevas
Así, un niño puede aprender sin esfuerzo y el aprendizaje deja de ser una acumulación de saberes, para convertirse en algo personal que nunca olvida.
La falta de emoción
Cuando no hay emoción, aparece el aburrimiento.
Si el hipocampo no se activa, el cerebro interpreta que esa información no es importante y no merece ser aprendida.
No podemos decir que somos nulos en algo, sino que eso no nos interesa nada. Eso es un gran alivio, porque quiere decir que si me interesase sería bueno en ello.
Que no te interese hoy, no quiere decir que no te interese mañana, pero si se tiene una relación traumática con algo y te hace sufrir, no se podrá salvar la relación.
Aprender se convierte en algo desagradable cuando es por obligación (…) Si cada uno aprendiese a su manera, a su ritmo, siguiendo aquello que les entusiasma, no desarrollaría una relación traumática con el aprendizaje.
André Stern
Cómo aprenden los niños
Durante los primeros años de vida, el sistema emocional está en un intenso estado de crecimiento, por eso, aprender y retener algo de memoria o sin emoción será tarea imposible o lo olvidará en poco tiempo.
Como el hemisferio derecho madura antes y tiene más conexiones con el sistema emocional, la principal forma de aprender durante la primera infancia será a través de la creatividad, la imaginación, el juego, la relajación, la música, el ritmo y el movimiento, la diversión, etc.
Si tenemos en cuenta cómo aprenden los niños, podrán aprender sin esfuerzo |
El juego como forma de aprendizaje
El juego es la única actividad que activa el centro emocional permanentemente.
Lo primero que hace un niño cuando le dejamos tranquilo es ponerse a jugar y eso está creando aprendizajes, un niño no puede separar jugar de aprender.
Pero si interrumpimos su juego para que se ponga a aprender, como si fueran cosas diferentes, entonces, desde ese momento, aprender se vuelve desagradable.
La fascinación
La curiosidad aumenta la atención en el que escucha y así aprende de forma automática. Pero nada despierta más la atención que aquello que es fascinante.
La fascinación tiene un mayor impacto en la mente infantil que la simple curiosidad porque despierta el interés, no solo por aprender, sino por descubrir. Por eso, cuando alguien se siente fascinado por algo, no lo olvida nunca.
¿Qué hace que algo sea fascinante?
El estímulo que nos fascina no es sólo porque sea diferente. Lo que capta y atrae nuestra atención al instante es la combinación de lo conocido con lo desconocido.
La fascinación es la combinación entre la curiosidad por la novedad y la confianza en lo conocido |
Así, en lugar de generar miedo, se produce un desafío para la mente que nos anima a querer saber más.
Si queremos que nuestro hijo/a aprenda algo, no podemos ignorar la forma en la que aprenden todos los niños.
Si recurrimos al juego, la diversión, la risa, la música, la curiosidad o la fascinación, el aprendizaje estará garantizado y será duradero.
Fuentes:
Allan Schore “Affect Dysregulation and Disorders of the Self (“Disregulación Afectiva y Trastornos del Self”)
André Stern: «Para tu hijo, jugar es tan importante como aprender»