Atención temprana

La persistencia de reflejos primitivos puede estar frenando su desarrollo

imagen de pies niña con sindrome de down

La persistencia de reflejos primitivos en niños con síndrome de Down suele dar lugar a dificultades en su desarrollo, problemas de aprendizaje, de atención y de memoria.

Por eso es importante saber reconocerlos y ayudarles a  convertirlos en movimientos voluntarios.

¿Qué son los reflejos primitivos?

Los reflejos primitivos son movimientos involuntarios y automáticos del feto y del bebé que tienen una función vital durante el parto y el primer año de vida.

Pero, una vez cumplida su misión,  deben convertirse en movimientos voluntarios, ya que si persisten, impiden un buen desarrollo motor y cognitivo.

¿Qué podemos hacer para favorecer la integración de reflejos?

Nuestra principal función es asegurarnos de que pasa por todas las fases previas a la marcha: sentarse, rodar, reptar, gatear… y ofrecerle otro tipo de experiencias sensoriales y motoras como alcanzar y lanzar objetos, hacer pinza con los dedos o ser balanceados rítmicamente.

Estos movimientos ayudan a crear conexiones entre distintas partes del cerebro, permitiendo que los reflejos primitivos se conviertan en movimientos controlados y voluntarios.

En caso de síndrome de Down, es necesario que un profesional se encargue de que esos movimientos los adquiera de manera adecuada, evitando malas posturas o patrones incorrectos.

Debemos evitar 2 tipos de situaciones:

  • Limitar su movimiento haciéndoles que permanezcan mucho tiempo en sillitas o hamacas.
  • Apresurar fases, por ejemplo, sentarles cuando aún no se sostienen solos o hacerles que caminen sujetándoles de los brazos cuando sus piernas aún no les sostienen.

¿Cómo podemos saber si aún tiene activo algún reflejo primitivo?

Nosotros nos dimos cuenta de que María tenía un reflejo no integrado porque con 2 años y medio aún no podía permanecer de pie, sus pies se contraían al contacto con el suelo. Eso nos hizo sospechar y la llevamos a terapia de integración de reflejos.

En la consulta, el terapeuta hace la valoración del niño/a  y muestra  a los padres los ejercicios que debemos hacer a nuestro/a hijo/a diariamente, en sesiones de unos 10 minutos. En nuestro caso, eran determinados movimientos y presiones en las plantas de sus pies.

Acudíamos cada mes para hacer el seguimiento y darnos nuevas pautas de actuación.

Al cabo de 1 mes, con los ejercicios diarios que le hacíamos en casa bajo las indicaciones del terapeuta, empezamos a notar progresos y, 3 meses después, consiguió una mejor estabilidad estando de pie, al haber desaparecido el reflejo primitivo.

En niños con síndrome de Down, es habitual que persistan algunos reflejos primitivos, por eso es importante observarles y conocer ciertas conductas que nos pueden hacer sospechar, para consultar con un profesional que les ayude a integrar esos reflejos correctamente.

Reflejo del moro:

Ante un sobresalto, el bebé abre brazos y piernas.

Cuando no está integrado, se nota en que suelen ser niños nerviosos e hiperactivos, muy sensibles a ruidos, luz y tacto.

Reflejo tónico laberíntico del cuello:

Tiene la función de controlar el equilibrio.

Cuando no está integrado, tiene problemas de equilibrio o anda de puntillas, se sujeta la cabeza cuando lee, se cansa, tiene problemas de focalización visual, rigidez cuando está sentado o se sujeta los pies entre las patas de la silla.

Reflejo de Landau:

Sirve para desarrollar la visión próxima y en 3 dimensiones.

Cuando no está integrado, observamos una mala postura al sentarse y piernas rígidas y torpes.

Reflejo de Galant:

Sirve para que el bebé pueda bajar por el canal del parto.

Cuando no está integrado, el roce del pantalón o el roce de la silla le producen incomodidad y tiende a girarse hacia el lado donde siente el roce en la cadera.

Reflejo tónico asimétrico del cuello:

Sirve para coordinar ojo y mano y así, poder coger los objetos que ve.

Cuando no está integrado, el niño/a ejerce presión excesiva al escribir para controlar el impulso de estiramiento de la mano, tiene dificultad de equilibrio y marcha tipo robot (no cruzada).

Reflejo tónico simétrico del cuello:

Su función es permitir el gateo y la acomodación de la vista cerca/lejos.

Se reconoce porque apoya la cabeza sobre el brazo o libro cuando escribe, tiene una mala coordinación ojo – mano, por ejemplo, al coger una pelota o dificultad para reajuste binocular cerca/lejos (por ejemplo, le cuesta escribir después de mirar a la pizarra).

Reflejo palmar o plantar:

Al percibir contacto en la palma de la mano o el pie, estos se cierran. Sirve para sentirse seguro cuando son bebés.

Si no está integrado, le cuesta hacer la pinza con dedos pulgar e índice, tiene pobre motricidad fina o le cuesta mantenerse de pie en posición estable.

Reflejo de búsqueda de Babkin:

Sirve para succionar el pecho.

Si no está integrado, tiene dificultad en masticación y deglución, la lengua permanece en la parte frontal dejando allí los alimentos cuando mastica, produce mucho babeo y genera problemas en la articulación en el habla.


Contando con la experiencia de un terapeuta experto en Terapia de Integración de reflejos o Terapia de Movimientos Rítmicos (TMR), nuestros hijos podrán integrar los reflejos primitivos aún activos para hacerlos voluntarios, lo que favorecerá la maduración y desarrollo de su sistema nervioso.

En este enlace puedes ver algunos terapeutas especializados en este tema, en las diferentes comunidades de España:

https://www.blombergrmt.es/encuentra-tu-consultor-a/

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