Educación activa

Síndrome de Down y educación activa. ¿Son compatibles?

Quizás piensas que las pedagogías activas están dirigidas a niños con desarrollo ordinario, o incluso con altas capacidades, que leen a los 3 años y se interesan por tocar el piano a los 5.

En las pedagogías activas se concibe al niño como alguien fuerte, capaz y autónomo, otorgándole el papel protagonista de su propio aprendizaje en lugar de ser un mero receptor de las enseñanzas del adulto.

El adulto, en lugar de dirigir, lo que hace es guiar y facilitar el aprendizaje.

Gracias a esto, los niños consiguen una mejor comprensión de los fenómenos y desarrollan ciertas habilidades como la resolución de problemas y el pensamiento crítico.

Por el contrario, la metodología que se suele usar con niños con Síndrome de Down es muy directiva, ya que se les presuponen dificultades de atención y memoria, escasa motivación, falta de iniciativa en las interacciones y poca autonomía.

Sin embargo, la pedagogía activa surgió en la primera mitad del siglo XX gracias a Édouard Séguin, en su intento por estudiar la causa del retraso mental y buscar la forma de educar a estos niños.

Los creadores de las escuelas más conocidas de educación activa, Rudolf Steiner y María Montessori, empezaron trabajando con niños con discapacidades cognitivas, consiguiendo grandes resultados y desarrollando una metodología con la que más tarde crearían sus escuelas: Waldorf y Montessori.

Creo que los principios básicos de la educación activa son perfectamente aplicables a niños con síndrome de Down si cambiamos nuestra forma de concebirles:

Respeta el ritmo de cada niño/a

Dada la gran variabilidad de maduración en niños con síndrome de Down, considero que es una de las principales ventajas de la educación activa.

Cuando determinadas áreas cerebrales están maduras, el aprendizaje se hace con alegría, sin esfuerzo y sin sentimiento de fracaso.

No se fuerzan ni se apresuran los aprendizajes antes de estar preparados para ello.

Parte de sus intereses

¿Y cómo sabemos cuándo están preparados?

Un marcado interés por cierta actividad, nos indica que el niño/a está pasando por un periodo sensible, en el que su mente está más predispuesta a adquirir un conocimiento o una habilidad concreta con muy poco esfuerzo.

Para descubrir y aprovechar sus intereses particulares, podemos prepararles un espacio con materiales diversos y ordenados donde puedan explorar sin interrupciones.

Se aprende a través del juego y la emoción

La neurociencia ha demostrado que el cerebro se prepara para aprender cuando está tranquilo y cuando tiene emociones positivas como la curiosidad, el interés o la diversión.

Cuando hay preocupación, el cerebro se bloquea y cuando hay aburrimiento, la mente se evade.

Se aprende por imitación

Gran parte del aprendizaje se da por imitación del adulto, por eso, el adulto ejerce de modelo en lugar de dar instrucciones.

Como es sabido, el aprendizaje por imitación es uno de los puntos fuertes de las personas con síndrome de Down

Parte de lo concreto

Cualquier aprendizaje parte de lo concreto. Observando o manipulando el fenómeno externo, es más fácil comprender la teoría que lo explica.

Los niños con síndrome de Down necesitan partir siempre de lo concreto: poder manipular, observar y experimentar para después comprender.

Los aprendizajes son útiles

Los aprendizajes deben tener utilidad y relación con su vida.

Cuando un aprendizaje es útil, el cerebro tiene más motivación para aprenderlo.

Además, algo que nos sirve para conseguir un objetivo propio es muy probable que se repita y por tanto quede consolidado.

Favorece la autonomía

Para favorecer su autonomía es necesario, no solo que dejemos que hagan las cosas por sí mismos, sino que no nos adelantemos a sus necesidades, que confiemos en ellos y que dejemos de darles instrucciones constantemente.

El error es fuente de aprendizaje

El adulto acompaña, propone y actúa de modelo, pero evita la corrección de manera directa.

Si comete algún error, se corrige de forma indirecta, mostrando cómo se hace, o se le pide que repare las consecuencias, por ejemplo, limpiando lo que ha derramado.

Cuando el niño no tiene miedo a equivocarse, es más probable que persevere en sus aprendizajes, buscando nuevas alternativas.

Se fomentan el respeto y los límites

Aunque se piensa erróneamente que la educación activa otorga libertad al niño para hacer lo que quiera, esta idea está muy lejos de la realidad.

Los límites delimitan el espacio en el que pueden moverse con seguridad y autonomía.

Los límites deben ser pocos, claros y constantes y el adulto es quien se encarga de que se cumplan.

Los límites incluyen el respeto por el entorno que les rodea, incluyendo tanto los materiales como las personas.

Favorece la creatividad y la imaginación

El arte en todas sus expresiones tiene un papel muy importante.

Cuando no hay un objetivo, el niño/a se puede centrar sólo en el proceso creativo y no en el resultado.

Crear con el cuerpo, las manos o la voz, son actividades enriquecedoras por sí mismas, que les permiten expresarse.

No hay premios ni castigos

El aprendizaje por sí mismo es fuente de satisfacción, cuando no se supedita a una  recompensa externa.

De esta forma, dejan de buscar la aprobación del adulto, y se mueven desde su motivación interna.

El placer por aprender y por sentirse capaces es algo que les acompañará toda la vida.


Todas las personas que conocen a María se sorprenden de su tremenda autonomía e iniciativa y de su gran interés por aprender, y creo que se debe a que, desde el primer momento, hemos seguido estos principios.

Además son muy sencillos de aplicar porque están en consonancia con la naturaleza de cualquier niño. ¿Te animas a probar?

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