
Ahora que llegan las vacaciones escolares en muchos lugares, una de las preocupaciones que suelen tener los padres con hijos pequeños es que les piden jugar con ellos constantemente, y se preguntan: ¿cuándo llegará el momento en que jueguen solos?
Cuando son bebés
La mayoría de los padres caemos en la trampa de creer que debemos entretener a nuestros hijos desde que son bebés, haciendo actividades para captar su atención.
Curiosamente, si les damos la oportunidad, comprobaremos que nuestros hijos pueden entretenerse solos y que es recomendable darles momentos de descanso en lugar de caer en la sobre estimulación.
No estar es lo mismo estar disponibles, responder de manera rápida y cariñosa a sus necesidades o tener momentos de juegos y canciones con ellos, que tener que entretenerles durante todo el día. |
Dejarles, de vez en cuando, en una manta tumbados boca arriba para que puedan mover sus piernas, con algún objeto para agarrar y explorar con su boca, es suficiente para ellos.
Cuando se pueden sentar solos, podemos ofrecerles un cesto bajo con objetos cotidianos que estimulen sus 5 sentidos para que los exploren con tranquilidad o simplemente reservar para ellos algunos cajones bajos con objetos seguros, como servilletas, utensilios de madera para la cocina, etc.
Cómo acompañar a los niños sin participar en su juego
El juego es algo natural en todos los niños y no tenemos que enseñarles a jugar, pero también es la principal forma de crear vínculos con el adulto, por eso es importante que no les dejemos solos.
Sin embargo, tampoco podemos dedicar todo nuestro tiempo a jugar con ellos.
Cuando nos sentamos con ellos en silencio pero con una actitud receptiva, se sienten acompañados por nosotros sin tener que involucrarnos en su juego.
Lo que experimentan los niños es que son capaces de mantener nuestro interés sin tener que pedirlo o llamar constantemente nuestra atención.
Cuando los adultos participamos en el juego del niño, casi inevitablemente terminamos dirigiéndolo, o al menos alterándolo de alguna forma. Así, los niños se vuelven adictos a nuestra participación activa, haciendo que jugar solos les resulte cada vez más difícil.
“La habilidad de no intervenir se adquiere con la práctica, como todas las demás, pero no se adquiere con la misma facilidad”
María Montessori
La forma de estar presentes es ser un apoyo en lugar de un compañero de juegos, dejando que sean ellos los que nos pidan algún tipo de participación, verbalmente o con una mirada.
Si nos piden ayuda, no debemos negársela, pero nuestra ayuda se debe basar en sugerir o hacer preguntas para que sean ellos los que nos den indicaciones de cómo lo quieren hacer.
Establecer algunos límites
Por lo general, a los adultos no nos gusta el juego simbólico y es normal. Los adultos somos muy racionales y preferimos un juego de reglas o artístico antes que un juego donde reina la imaginación, que es el mundo en el que se mueven los niños.
El juego simbólico, al ser un juego donde los niños practican actividades de los adultos, como dar de comer a su muñeca, disfrazarse o preparar una casita, es un buen momento para que busquemos una actividad propia. Por ejemplo, hacer las tareas de la casa o algo que implique movimiento, será como hacer un juego en paralelo. Si nos sentamos a ver la tv o a leer, entenderán que no estamos haciendo nada y querrán que participemos.
Si no están acostumbrados a esto podemos explicarles la situación: «Yo voy a barrer mientras tú juegas con tus muñecos
Acompañamiento no directivo
Hay otro tipo de juego, por ejemplo construir, pintar o cualquier actividad que ya saben hacer, pero en la que quieren que estemos a su lado de forma más presente o necesitan ayuda puntual.
En ese caso el acompañamiento es no directivo, es decir, podemos comentar, sin corregir y sin dirigirlo.
“Mis padres se ponían a mi lado (para manipular las hojas, guardar los dibujos acabados, etc) dedicándome toda su atención, pero evidentemente sin comentar ni intervenir nunca. Yo notaba su presencia, no necesitaba en absoluto atraer su atención”
André Stern. Extracto de su libro: Yo nunca fui a la escuela
Acompañar el juego sin anticiparse o interferir, propicia la exploración, el aprendizaje y resolución de problemas. Si se mueven desde lo que han elegido y se encuentran con algún límite propio, la frustración será menor y será más probable que usen su creatividad para superarlo.
Pero recuerda que para poder jugar de forma autónoma, deben sentirse seguros, por eso es importante que no escapemos en cuanto estén entretenidos.
“Entre los dos extremos, el de dejar solo al niño y abandonarlo, o el de resolverle sus problemas, está el territorio donde se dan los procesos auténticos de desarrollo”
Rebeca Wild
Crear ambientes
Si los niños están acostumbrados a que su día esté lleno de actividades y sobre estimulados, cuando se encuentren en un momento de tranquilidad o de vacaciones, es probable que no sepan qué hacer.
Así que para que surja el juego libre en casa es necesario que dispongan de un entorno que lo propicie, es decir, un ambiente preparado.
Para que puedan elegir desde su motivación interna, es necesario que cuenten con un espacio ordenado donde haya varias opciones (pocos juguetes pero variados) y todo esté a la vista y a su altura y preparado para ser usado (en cestos abiertos en lugar de cajas cerradas). Y por supuesto, adaptado a su edad y a sus intereses.
¿Y si me sigue reclamando para que juegue con él/ella?
Los niños pequeños siempre van a reclamar nuestra atención, pero lo que queremos conseguir es que sean lo más autónomos posible en sus juegos.
Los niños con síndrome de Down están acostumbrados a ser dirigidos. El tipo de enseñanza que se usa con ellos suele ser muy directivo, tanto en su centro de atención temprana como en el colegio, por eso, no es de extrañar que, si no hemos practicado el juego libre en casa, al principio no sepan cómo actuar. Puede que no se atrevan a probar cosas nuevas, a equivocarse o a estar solos en una nueva situación.
Si el material es nuevo, necesitarán que les mostremos cómo se usa. La mejor forma de hacerlo es prescindir de las instrucciones verbales y mostrar cómo lo hacemos nosotros. Para conseguir un buen resultado puedes ver el post de presentaciones Montessori.
Para que vayan tomando cada vez más autonomía, debemos mantener la presencia, pero dándoles cada vez más espacio, empezando por dejarnos guiar por el niño, esperando a que encuentren con qué quieren jugar en lugar de proponerlo nosotros, haciendo preguntas en lugar dar instrucciones, etc.
Y recuerda que poco a poco irán conquistando su independencia, pero para ello, han debido sentir indudablemente nuestra presencia, atención y ayuda.
Hemos debido ser su modelo de cómo hacer las cosas y de cómo comportarnos ante las dificultades, y han debido sentirse seguros y amados con nosotros, a través de cada pequeño gesto y de cada mirada.
FUENTES:
Crianza respetuosa y consciente. Texto de Janet Lansbury
Tierra en las manos: ideas para favorecer el juego libre