
La adquisición del habla es una de las dificultades más habituales en niños con síndrome de Down, y por tanto motivo habitual de preocupación de los padres. A veces no sabemos por dónde empezar ni qué hacer para ayudarles.
En su centro de atención temprana trabajarán el lenguaje como uno de los principales objetivos, pero como padres, también podemos poner en práctica estrategias sencillas y útiles para estimular su lenguaje de manera natural y sin esfuerzo para ninguna de las partes.
Estas son algunas de las estrategias para estimular el lenguaje
No adelantarnos a sus necesidades
Se trata de aprovechar los momentos en que necesitan nuestra ayuda para fomentar el lenguaje
Los niños a menudo se ven en dificultades y los padres corremos raudos en su ayuda. Aunque lo hacemos para ayudarles, en realidad estamos frenando su iniciativa y su creatividad para resolver el problema y además estamos perdiendo una oportunidad para que usen el lenguaje.
Hay que aprovechar este tipo de situaciones porque siempre aprendemos mejor aquello que nos resulta útil. Así que estarán más motivados a aprender las palabras que sirven para resolver ciertas situaciones.
Ante una dificultad, lo primero que hago es darle un tiempo para que pueda resolver el problema por sí misma. En este caso no estaría estimulando el lenguaje, pero sí la autonomía.
Sólo si me pide ayuda de algún modo, me acerco y le pregunto qué le pasa
Dependiendo de su nivel linguístico, actuaremos de un modo u otro. Siempre debemos ponernos solo un paso por delante de su nivel actual:
1- Si, por ejemplo, quiere alcanzar algo a lo que no llega y aún no habla nada, seguramente lo señalará o gemirá. Antes de dárselo, podemos nombrar ese objeto y a la vez hacer su signo correspondiente, esto se conoce como lenguaje bimodal. Con el tiempo, cuando quiera ese objeto, hará el signo o dirá la palabra, en lugar de señalar o gemir.
2- Si ya está empezando a decir algunas palabras, puedes aprovechar la situación para que aprenda palabras de ayuda (ayuda, dame, abre, no puedo…) que le serán muy útiles en diversas situaciones.
3- Y si ya conoce la palabra, pero queremos que se acostumbre a hacer pequeñas frases, entonces podemos pedir una aclaración de lo que quiere, en lugar de conformarnos con una sola palabra
Ejemplo de conversación real:
- Tapa
- ¿Qué quieres?
- Tapa
- ¿Quieres abrir la tapa o cerrar la tapa?
- Si
- ¿Cerrar la tapa?
- Abrir
- ¿Abrir qué?
- Abrir la tapa
Todos los padres entendemos lo que nos quieren decir con una sola palabra, pero es bueno que les acostumbremos a que se expliquen de la mejor forma posible para que se puedan relacionar también con otras personas. Basta con hacernos los despistados pidiendo aclaración.
Sabotaje amistoso
Es una variante de lo anterior, pero en este caso, creamos la situación de dificultad, en lugar de esperar a que surja, para que los niños puedan comunicarse y resolver el problema.
Las dificultades que vamos a proponer son muy simples, por ejemplo darles un yogur sin cuchara, decir un color mal a propósito, olvidarnos del nombre de alguien para que nos ayuden a recordarlo o saltarnos un paso en una rutina.
Si se da cuenta del error, simplemente reaccionamos con humor. De esta forma, también les estamos enseñando a tomarse bien las cosas cuando son ellos los que se equivocan.
Corregir indirectamente
Corregir indirectamente es una de las bases de la Educación Activa. En este caso se trata de repetir la palabra correctamente sin que parezca que les estamos corrigiendo.
Queremos que se sientan capaces y que mantengan una buena autoestima. Si a un niño con dificultades de pronunciación le estamos corrigiendo constantemente, acabará pensando que no lo hace bien y cada vez tendrá menos ganas de comunicarse.
Lo que podemos hacer es repetir la palabra correcta como parte de la conversación o incluso hacer frases cortas para que sepa cómo sería la estructura de la frase: por ejemplo si dice: “paque”, podemos repetir : “ sí, vamos al parque”
Comentar las escenas que vemos
Comentar las escenas que ve en la tv, las imágenes de un cuento o comentar lo que hace cuando juega, con frases sencillas como: “mira, el bebé está enfermo” o “¿estás pintando con el color rojo”?
Además de ayudarle/a a comprender lo que está viendo, estamos asociando las imágenes y las palabras para facilitar el aprendizaje del lenguaje.
Ser conscientes de cómo les hablamos
La forma de hablarles para que puedan ver cómo movemos los labios y la lengua es mirándoles a la cara, en un ritmo lento, con frases cortas y pronunciando bien cada palabra.
Cuando nos ven pronunciar los sonidos, se activan en su cerebro las neuronas espejo, que repiten internamente el patrón de movimiento que estamos observando, aunque aún no lo puedan reproducir externamente. Así es como funciona el aprendizaje por imitación y es la forma en la que aprendemos a hablar.
Aunque todos sabemos en la teoría que es así como debemos hablar a los niños pequeños, a veces tenemos que hacer un esfuerzo consciente por no repetir los patrones que usamos con otros adultos, como hablar mientras hacemos otra cosa o no pronunciar del todo bien.
También podemos repetirles las palabras importantes y si necesitamos que presten especial atención, no hay nada mejor que agacharnos y ponernos a su altura.
Usar las rutinas diarias para practicar determinadas palabras
Las rutinas son las actividades que hacemos diariamente, como la hora de comer, del baño, de vestirse, etc.
Cuando son pequeños podemos aprovechar el momento del baño y de vestirse para nombrar las partes del cuerpo.
Después, cuando ya conocen muchos sustantivos, es momento de practicar los adjetivos o los adverbios. Por ejemplo, cuando se lava los dientes, podemos practicar palabras como dentro, fuera, arriba o abajo, mucho, poco, despacio, deprisa, etc.
Usar información visual
La información visual como gestos, imágenes u objetos hace más comprensible el mensaje, por lo que, aunque ya esté usando muchas palabras, nunca deja de ser una herramienta muy valiosa, que aclara el significado de lo que queremos transmitirles.
Como ves, son estrategias muy sencillas que ayudarán enormemente a nuestros hijos a disminuir sus dificultades de lenguaje.
Al integrarse de forma natural en el día a día, se usan de manera habitual, siendo la utilidad y la repetición la clave del éxito.